Como el sol se ponía en una cálida tarde de verano, una encuentro sensual y empalagoso ocurrió al aire libre bajo una canopia de verdes árboles frondosos.Los amantes, cuyos nombres no podemos revelar, buscaron privacidad en este oasis natural para degustar su insaciable deseo el uno del otro.Esta orgía al aire libre estaba lleno de pasión descarada y deseo crudo, mientras la pareja se dedicaba a una variedad de actos de deleites eróticos.Sus bocas estaban constantemente ocupadas en besos profundos y prolongados, explorando los labios húmedos y ansiosos del otro, como si buscaran devorar el esencia de el otro.La mujer era una auténtica oral, su lengua bien entrenada y ágil deslizándose sobre su polla erecta como un experto cunnilingus, provocando y afligiendo con cada suave giro alrededor de su cabeza.Por otro lado, no podía contener su sed de la mujer mientras ella se agachaba frente a él.Su boca hambrienta era todo lo que necesitaba para experimentar su propio clímax erótpico.Sus manos acunaron su rostro mientras ella se lanchaba y se lanchaba, sus ojos fijos en los suyos, anhelando complacerle de cualquier manera que pudiera.Al moverse del suelo al pasto, la mujer se subió a la polla que vibraba del hombre, enterneciéndose sobre él, gemidos profundos en su oído con cada empuje que los acercaba más a su orgasmo mutuo.El estruendo de carne contra carne resonó en el bosque, una melodía melancólica y erótica que los entrelazaba cada vez más en una danza apasionada.Sus cuerpos, empapados en una mezcla de sudor y pasión, se enroscaron juntos, cada respiración amplificada a medida que se acercaba su orgasmo.El cuerpo de la mujer se contraía, su aullido de placer mezclado con los gruñidos profundos del hombre.Su semen llenó su núcleo mientras llegaba a su propio clímax, una explosión que envió sacudidas a través de su ser y los dejó ambos jadeando en la suave hierba verde, totalmente llenos y complacidos.Y así terminó esta orgía al aire libre, una testimonio de la belleza del deseo puro y descontaminado.Los amantes se acostaron junto al otro, sus cuerpos relucientes con las residencias de pasión que los habían devorado a ambos.Un último beso que los dejó unidos por un tiempo, hasta que el deseo los reclamó una vez más en este paraíso natural que habían compartido.
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